En The North Fork, Trent Davis Bailey mira hacia un remoto valle fluvial en el oeste de Colorado. Originario de Colorado, el artista se sintió atraído por la inmensidad de su estado natal, su rica historia agraria y los diversos personajes que habitan Western Slope. Sentía especial curiosidad por su familia extendida que solía vivir allí (una tía, un tío y primos) a quienes no había visto en casi 20 años. Al describir los recuerdos que tenía de ellos cuando era niño, dice: “Vivían en una gran tienda de campaña al pie de una montaña. Su patio trasero tenía tres estanques y un jardín donde cultivaban sus propios alimentos. Más allá había un denso bosque de robles y enebros donde imaginé que acechaban coyotes, osos negros y pumas”. Bailey se maravilló del mundo de sus primos, pero debido a una pelea entre su padre y su tío, solo visitó North Fork unas pocas veces cuando era niño. En 2011, Bailey regresó al valle y durante los siguientes siete años utilizó la fotografía para reconstruir su experiencia de North Fork y sus habitantes. A su debido tiempo, no sólo encontró a su familia extendida, sino que reavivó los lazos con ellos mientras forjaba su propio lugar dentro de la comunidad local. Entonces, un fatídico día, mientras buscaba setas, conoció a su ahora esposa con quien tiene dos hijos. En conjunto, las fotografías de este libro se basan en esa historia de fondo, pero también van mucho más allá: evocan sus propias asociaciones de lugar, comida, parentesco y asombro.