Artista de performance, anarquista transexual declarada sin un lugar al que llamar hogar, mujer machista, modelo de moda para Marianne Alvoni, objetivo de los tabloides suizos: Éve-Claudine Lorétan, alias Coco, Dana como se llame, Patricia, era demasidas personas en una vida demasiado corta.
 
Olivier Fatton conoció a Coco un domingo de noviembre de 1989. El fotógrafo quedó hipnotizado a primera vista por "este ángel brillante y a la vez triste". Mientras tomaban un café en un bar gay de Berna, hicieron un trato: Coco posaría para él y Fatton documentaría su cirugía de reasignación de sexo. Su relación laboral pronto se convirtió en una historia de amor, durante la cual Fatton continuó armando su ensayo fotográfico multifacético sobre la colorida Coco, un mosaico de retratos íntimos y fotos de moda escenificadas, en casa y en clubes, en el camino, en los Alpes, imágenes atormentadas por esos grandes ojos melancólicos, que Coco dijo una vez que se habían convertido en su segunda boca. La autobiografía de mil páginas de Coco fue robada por unos ladrones, dejando esos ojos para contar las penas de una Dame aux Camélias del siglo XX.
 
Dunia Miralles ve a Coco como una figura literaria del demi-monde. En su novela de base biográfica, que acompaña a las fotografías de Olivier Fatton, Miralles relata las penas de la joven Coco.